martes, 9 de agosto de 2011

Nou, Nou, Nou, Mou, Nou Camp.

"Para jugar al fútbol no se debe sufrir. Lo que se hace sufriendo no puede salir bien". La frase de "Charly" Rexach, ex-futbolista y ex-entrenador del Barcelona, se alinea del lado del balón, de la estética, del "Beatus ille". Fue un extremo elegantísimo, de lasitud invariable, de toque imperecedero y cálido, en la Holanda Condal de Cruyff y Neeskens, quien era capaz de centrar un gramo de caviar desde distancias extremas sin que éste se desmigajase o estallara en multitud de partículas elementales. Resultó un canterano del barrio de Pedralbes del que no se sabía si hablaba catalán u holandés, debido a su dicción farragosa e incomprensible, contraria. Dividió a los culés -rápido, irregular, apocado, aunque de los que hacían del ojo de una aguja un sitio donde meter un gol- llegando a marcar a Bárbara Rey por las discotecas del Madrid del destape para unirlos décadas más tarde, junto a Johan, en la invención de un ensueño: el "Dream team"...
Guardiola, en la supercopa del 2011, le estará mirando.